La cultura empresarial está compuesta por normas escritas y normas no escritas. Entre las primeras encontramos los procedimientos de la organización, tanto internos como externos, en los que se basa su funcionamiento. Entre las normas no escritas se pueden destacar creencias, formas de actuar o de comportarse o tradiciones que caracterizan a una determinada organización.
La cultura empresarial se conforma por todos aquellos elementos escritos y no escritos que están presentes en el día a día de la ESAL-PH.
Elementos primarios (escritos): hacen referencia a códigos de comportamiento, conductas, normas, leyes, protocolos, procedimientos y políticas, establecidas de antemano en los documentos que rigen las dinámicas de las propiedades (ESAL-PH).
Elementos secundarios (no escritos): tienen un carácter más informal. No es necesario que estén reflejados en un documento, sino que simplemente forman parte de la esencia de cada organización: hábitos, rutinas, percepciones, sentimientos, actitudes, creencias, tradiciones, costumbres, idiosincrasia, formas de interacción y de comportamiento, otros.
El reto de los órganos de administración, dirección, control e integración y colaboración (comités de convivencia) de una ESAL-PH, consiste justamente en integrar estos dos tipos de elementos. Es decir, deben velar para que los hábitos escritos y los no escritos estén oportunamente alineados en procesos eficaces y efectivos.
Lo anterior se puede lograr mediante distintas estrategias, tanto si el objetivo es crear una cultura empresarial desde cero como si se trata de reforzarla.
A continuación algunas claves para ello:
- Definir el modelo de cultura empresarial que se desea.
- Establecer conductas y comportamientos.
- Elegir valores representativos y coherentes con la empresa.
- Fomentar la cultura empresarial en cada nivel o área.
Articulo colaborativo, redactado por Cesar Augusto Mogollón Hernández.
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