Hace algunos días publiqué un artículo sobre las transacciones digitales en la propiedad horizontal. En él, mencionaba como las nuevas plataformas y programas facilitan la vida de los residentes y de los administradores, y aún más en este momento de confinamiento.
Al publicarlo en los canales digitales como de costumbre, hubo un comentario que llamó mi atención, una persona comentó el artículo y dio su opinión, diciendo algo parecido a esto:
La tecnología es importante tanto en la propiedad horizontal como en las empresas y en la vida de las personas. Sin embargo, no está por encima de las personas, somos nosotros los que controlamos su uso y su aplicación.
Su opinión me pareció relevante ya que en varios de los artículos y entrevistas que he tenido la oportunidad de realizar, he encontrado que en ocasiones los administradores o miembros de las copropiedades se inclinan a “un bando”. A la tecnología o al capital humano, y afirman cuál de las dos es la mejor alternativa para llevar la administración y la comunicación de las copropiedades.
En mi opinión, ambas alternativas necesitan estar relacionadas para ser implementadas de la mejor forma.
La tecnología necesita de un líder para incorporar sus beneficios en los procesos de la copropiedad. Es necesario contar con la experiencia y el conocimiento del administrador y de los miembros del consejo para saber en qué áreas es requerido su uso. Esto también es visible en todas las personas que se encargan de llevar el orden y el control de la propiedad horizontal.
Es decir que, ¿La tecnología puede reemplazar al capital humano de la propiedad horizontal?
No, ese no es su fin. La tecnología es una herramienta de apoyo para el capital humano. Las herramientas digitales evitan el trabajo manual, repetitivo y extenso, ese tipo de labor que se realiza sin pensar mucho y no necesita de un análisis profundo pero que consume mucho tiempo.
Al realizar los trabajos manuales de forma automática por medio de las plataformas inteligentes, las personas pueden enfocarse en labores más creativas, sociales y analíticas; labores que solo pueden ser realizadas por las personas y no por las máquinas.
Ser empáticos, resolver conflictos e imprevistos, tomar decisiones basadas en datos, llegar a acuerdos con todos los miembros, propiciar ambientes agradables para el confort de las personas, conocer a cada residente, conocer los gustos y deseos más comunes de cada miembro, integrar a cada propietario en la toma de decisiones de la copropiedad con base en su experiencia, conocimiento y trabajo, son algunos ejemplos de labores más creativas que requieren principalmente del capital humano para ejecutarse.
La tecnología se incorpora y mejora los procesos de acuerdo a la información que va recolectando, eso hace que su precisión y sus resultados se realicen de forma automática. Con ella, se pueden recopilar millones de datos, organizarlos y calcularlos en un clic o de forma instantánea. Siendo así, una herramienta de apoyo para realizar las actividades que lo requieran, de forma fácil y rápida. Así, se reducen los costos, el tiempo y el esfuerzo de las personas que incorporan la tecnología.
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